• 20 de abril de 2024 10:02 AM

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Los indígenas americanos criaban caballos españoles antes de ser colonizados por europeos

MADRID, 31 (SERVIMEDIA)

Las comunidades indígenas de América del Norte ya criaban caballos -de origen principalmente español- desde al menos a comienzos del siglo XVII, al contrario de lo que reflejaron textos europeos de la época y antes de que esos pueblos americanos fueran colonizados.

Esa es la conclusión de un estudio realizado por un equipo científico internacional en el que participaron 87 personas de 66 instituciones de todo el mundo, entre ellas la Estación Biológica de Boñana (EBD-CSIC). El trabajo está publicado en la revista ‘Science’.

Los caballos surgieron por primera vez en América del Norte. Sin embargo, millones de años de cambios evolutivos transformaron a esos animales antes de que se convirtieran en compañeros naturales de muchos pueblos indígenas y en el símbolo emblemático del suroeste de América del Norte.

El estudio, que cuenta con la colaboración de representantes de las tribus lakota, comanche, pawnee y pueblo, perfila la historia del caballo americano al incorporar una perspectiva interdisciplinar e intercultural entre la ciencia occidental y la tradición indígena.

«Los caballos han formado parte de nosotros desde mucho antes de que otras culturas llegaran a nuestras tierras y nosotros formáramos parte de ellas», afirma Joe American Horse, líder de los oglala lakota oyate.

En 2018, por indicación de guardianes del conocimiento más ancianos y líderes tradicionales, Yvette Collin -conocida como ‘Running Horse’ (‘Caballo ganador’)- se puso en contacto con el profesor Ludovic Orlando, de la Universidad Paul Sabatier en Toulouse (Francia), después de concluir su doctorado, centrado en la deconstrucción de la historia del caballo en América.

Hasta ese momento, el campo había estado dominado por académicos occidentales y las voces indígenas habían sido descartadas en gran medida. La doctora buscó la oportunidad de desarrollar un programa de investigación en el que las ciencias indígenas tradicionales pudieran presentarse y considerarse en pie de igualdad con la ciencia occidental.

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Parte del programa consistía en poner a prueba un relato que figura en casi todos los libros de texto sobre la historia de América. ¿Recogían los históricos europeos con exactitud la historia de las comunidades indígenas y los caballos en las Grandes Llanuras y las Montañas Rocosas? Las crónicas más populares, establecidas por los primeros europeos que tomaron contacto con grupos indígenas, sostenían que estos adoptaron el caballo tras la revolución de Popé de 1680.

PRINCIPIOS DEL SIGLO XVII

En la última década, Orlando y su equipo de genetistas han extraído las antiguas moléculas de ADN aún conservadas en restos arqueológicos para reescribir la historia del caballo doméstico. Han secuenciado los genomas de varios centenares de equinos que vivieron en el planeta hace miles de años, hasta incluso hace 700.000 años.

Para abordar esta cuestión, William Taylor, catedrático adjunto de la Universidad de Colorado, y un equipo de colaboradores de las universidades de Nuevo México y de Oklahoma (Estados Unidos), se propusieron rastrear huesos arqueológicos de caballos de todo el oeste americano junto con colaboradores de las tribus lakota, comanche, pawnee y pueblo.

El equipo identificó pruebas de que los caballos eran criados, alimentados, cuidados y montados por los pueblos indígenas. Una fecha temprana de un espécimen de caballo de Paa’ko Pueblo, en Nuevo México, aporta pruebas del control indígena de los caballos a finales del siglo XVII y posiblemente antes.

La datación directa por radiocarbono de descubrimientos realizados desde el sur de Idaho hasta el suroeste de Wyoming y el norte de Kansas demostró que los caballos estaban presentes en gran parte de las Grandes Llanuras y las Montañas Rocosas a principios del siglo XVII, y de forma concluyente antes de la rebelión de Popé de 1680

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ASCENDENCIA IBÉRICA

Con el objetivo de averiguar el origen genético de los caballos de las Llanuras, el equipo norteamericano y miembros de otros centros en otros países contactaron con la Estación Biológica de Doñana, con amplia experiencia en investigación genética sobre el caballo andaluz, en especial sobre el caballo de las Retuertas, la raza autóctona originaria de Huelva y una de las más antiguas de Europa.

Tras los análisis pertinentes, las pruebas genómicas demostraron que los caballos norteamericanos analizados en el estudio eran principalmente de ascendencia ibérica y no estaban directamente emparentados con los caballos que habitaron América en el Pleistoceno hace más de 12.000 años. Asimismo, tampoco eran descendientes de los caballos vikingos, a pesar de que estos ya habían establecido asentamientos en el continente americano en 1021.

Los datos arqueológicos demuestran que estos caballos domésticos dejaron de estar bajo control exclusivo español al menos a principios del siglo XVII y se integraron en los modos de vida indígenas. Esta dispersión más temprana valida muchas perspectivas tradicionales sobre el origen del caballo por parte de los comanches y los pawnees, que reconocen el vínculo entre los hallazgos arqueológicos y las tradiciones orales.

«Estos hallazgos apoyan y coinciden con la tradición oral comanche. Los vestigios arqueológicos de nuestra cultura ecuestre son bienes inestimables que revelan una cronología en la historia de Norteamérica y son importantes para la supervivencia de las culturas indígenas. Son nuestro patrimonio y merecen ser honrados mediante su protección. Son sagrados para los comanches», indica Jimmy Arterberry, historiador de la tribu comanche.

Los análisis del genoma no solo abordaron el desarrollo de la equitación en las Primeras Naciones durante las primeras etapas de la colonización americana, sino que demostraron que la ascendencia española dominante se fue diluyendo cada vez más con el paso del tiempo para dar paso a ascendencia autóctona de linajes británicos.

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