– Ante la escasez de lluvias y olas de calor más tempranas, según WWF
MADRID, 11 (SERVIMEDIA)
Los efectos de la crisis climática prolongan la temporada de incendios forestales de marzo a noviembre, que son cada vez más violentos por la falta de gestión del paisaje. La reciente reactivación del fuego de Tenerife recuerda que esos siniestros ya no son solo una amenaza estival.
WWF hizo esas consideraciones este miércoles ya concluida la campaña estival contra los incendios forestales, que el Gobierno adelantó por primera vez en la historia a finales de abril ante la llegada entonces de un episodio de temperaturas inusualmente altas para la época del año en amplias zonas de España.
Este verano fue uno de los de menor superficie quemada en el país de la última década, al arder más de 85.000 hectáreas. No obstante, hubo un 9,5% más grandes incendios forestales -que calcinan más de 500 hectáreas-, aunque los siniestros -incendios y conatos- disminuyeron un 14%. «Los incendios tienen cada vez un carácter más agresivo. Por tanto, aunque haya menos incendios, la superficie que se quema es mayor», según WWF.
La crisis climática, con efectos como la disminución de precipitaciones y las olas de calor cada vez más tempranas, altera la distribución de los incendios a lo largo del año. Para WWF, la temporada de alto riesgo de incendios ya no se ciñe a julio y agosto, sino que se alarga de marzo a noviembre y encadena incendios de invierno, primavera y verano.
«ESPECIALMENTE INUSUAL»
Este año está siendo «especialmente inusual» en cuanto a la distribución de los incendios a lo largo del calendario, según WWF. Entre marzo y mayo destacaron los de Castellón y Teruel, y también algunos en Asturias con un comportamiento «extremo», más propio de julio o agosto.
«Las altas temperaturas, junto a la escasez de lluvias durante el invierno y un gran déficit hídrico en el suelo, hicieron que el fuego encontrara bosques enormemente estresados y mucho más vulnerables a incendios de alta intensidad», recalcó WWF.
En mayo, Las Hurdes y la Sierra de Gata (Cáceres) vivieron también otro gran incendio que dejó unas 11.000 hectáreas quemadas. Estos fuegos en territorios que arden de forma recurrente reflejan que la crisis climática no es la única causante, sino que actúa como un agravante de los problemas estructurales que arrastra el monte español desde hace años, entre ellos el éxodo rural, el envejecimiento de la población, el abandono de los usos y aprovechamientos o la ausencia generalizada de gestión forestal.
El incendio más extenso fue el de Tenerife en agosto, con casi 13.600 hectáreas quemadas, unas 9.000 de ellas en el Parque Natural de la Corona Forestal, el mayor espacio protegido de Canarias y con zonas de gran valor natural por la presencia de especies endémicas y amenazadas.
Además, fue uno de los más complejos de los últimos 40 años en el archipiélago, al poner en riesgo varios núcleos de población y provocar la evacuación de miles de personas. Prueba de su complejidad ha sido su reciente e inesperada reactivación durante la semana pasada.
‘MEGAINCENDIOS’
Por otro lado, la escalada en la magnitud y virulencia de los incendios registrados este año en el mundo se ha convertido en «el nuevo paradigma de los ‘megaincendios’ hacia el que apuntan las proyecciones de la emergencia climática», según WWF.
Más de 100 personas han perdido la vida a uno y otro lado del Mediterráneo. En Canadá ardieron más de 15 millones de hectáreas. En Hawái, hubo una ciudad destruida, más de 100 víctimas mortales y cerca de 1.000 desaparecidos.
«Todo ello pone de manifiesto la necesidad de dedicar presupuesto no solo a la extinción, sino también a la planificación y gestión del paisaje para prevenir este tipo de catástrofes», apuntó WWF, que reclamó al Gobierno español una Estrategia Estatal de Prevención Integral de Incendios Forestales.
«El territorio se puede aprovechar y conservar al mismo tiempo. Y este es el gran reto. Ser capaces de gestionar y adaptar el territorio con múltiples objetivos: prevenir incendios, adaptarlo al cambio climático, conservar la biodiversidad y contribuir al reto demográfico en las zonas rurales», apostilló Lourdes Hernández, experta en incendios forestales de WWF España.
La Declaración sobre la gestión de los grandes incendios forestales en España, promovida por la Fundación Pau Costa, identifica la necesidad de invertir 1.000 millones de euros al año para impulsar una gestión forestal a escala nacional.